“Estábamos juntos, olvide el resto” como decía Walt Whitman .
Este es el resumen de nuestra
historia.
El azar nos presentó y desde ese día
nuestros corazones quedaron unidos. Hemos escrito nuestro propio cuento de
hadas durante todos estos años en los que hemos viajado juntos de la mano.
El
camino no siempre ha sido llano, nos ha tocado caminar bajo tormentas
inesperadas y fuertes ventiscas. Pero
siempre juntos, de la mano.
Hace unos meses partiste sin mí y la
angustia me ahogó. Los días pasaban y
solo eran eso, días. Lejos quedaron esos pequeños instantes llenos de ilusión
que consumían nuestros días.
Tras tu
marcha, los días resultaban vacíos e incoloros hasta que la soledad
empezó a asomar y la despaché sin éxito. Siempre lo hablamos y no podía faltar a nuestros
ideales.
En nuestra historia la soledad jamás ocupó ningún capitulo y aquella
noche de San Juan frente a la hoguera, nos prometimos que jamás dejaríamos que
ella entrara en nuestros corazones cuando alguno partiera sin esperar al otro.
Y eso he hecho amor mío, defender
nuestra historia y dejar que nuestros recuerdos me envuelvan y protejan cada vez que siento que mi corazón empieza a
quebrarse porque no puedo abrazarte ni besarte.
Sé que estas aquí, te siento, cada vez
que entro en casa y me siento en nuestro sofá
bajo la manta negra que compramos
en aquel viaje a Tánger.
Sé que cada noche escuchas mis pensamientos,
en nuestra vieja cama.
Sé que me acompañas en cada taza de café que me tomo en la antigua cafetería de la esquina de la calle mayor, te siento, por
ello sigo acudiendo a nuestra cita de cada domingo por la tarde, como hacíamos
cada invierno.
Y si algo sé con certeza es que eres el amor de mi vida, mi compañero,
con el que volvería a compartir mi vida.
Cuida del mar que siempre fue testigo y escenario de
nuestro amor. Ahora parte de ti está allí, nuevo destino al que seguiré
enviándote las cartas que siempre te escribo.
Nos vemos como cada noche en mis sueños, no llegues tarde...